lunes, 4 de noviembre de 2013

La era 2.0 en política, ¿existe?


La llegada de internet y su alta penetración en el mercado facilita el empleo de las nuevas tecnologías como una herramienta más en el proceso estratégico de una consultoría política. La comunicación 2.0 se incorpora al resto de canales empleados por el marketing político con el objetivo de llegar a diferentes audiencias.
 
Con la aparición del fenómeno web 2.0 se está produciendo un cambio en la red y en sus canales de comunicación. Los usuarios ya no reciben sólo la información sino que la pueden gestionar, compartir dejando de ser sujetos pacientes y pasando a ser elementos activos en la estrategia de comunicación.  A lo largo de los últimos años, esta nueva forma de comunicar ha penetrado con fuerza en la comunicación política por las enormes ventajas y ahorro de costes que supone la red frente a los sistemas tradicionales. Esta nueva herramienta ha tenido su aparición y su cierta influencia en el marketing político, pero como iremos viendo, su penetración y eficacia dista mucho en función del país y proceso electoral del que hablemos ya que  es necesario alcanzar la bidireccionalidad necesaria para obtener el resultado esperado.
 
La comunicación 2.0 o política 2.0 no es un fin en sí mismo sino parte de una estrategia para alcanzar diferentes públicos. Al igual que el marketing político se fue desarrollando en EEUU primero con la llegada de la radio, posteriormente de la televisión, internet se convierte en un nuevo medio para llegar a los públicos y ejecutar una segmentación eficaz, rigurosa y directa.
 
La comunicación 2.0 pretende atraer electorado mediante una humanización de la comunicación, generar opinión, crear grupos de apoyo, movilizar o desmovilizar electores que veremos en próximos temas en qué consiste la movilización o desmovilización de electores mediante el análisis y conocimiento de la ley D’Hondt.

Cada una de estas redes permite al político emplear la bidireccionalidad, en una actitud de continua escucha a las necesidades de los electores. Tradicionalmente, una campaña electoral es similar al un tablón de anuncios en donde el partido político trasladaba a los votantes un mensaje de modo unidireccional mediante los diferentes soportes existentes: prensa, radio, televisión, vallas, carteles,… El ciudadano recibía los mensajes y respondía al mismo en función de sus convicciones. Ahora, las nuevas tecnologías obligan al político a cambiar de actitud porque la política 2.0 permite y fomenta la conversación. Las reglas de la comunicación política se modifican y, por lo tanto, el modo de hacer política tiene que contemplar una nueva dimensión en consonancia con la evolución social.

Hemos señalado la importancia de buscar la interacción con nuestros votantes como parte fundamental del marketing político. Necesitamos buscar, encontrar y llegar a cada uno de nuestros posibles electores con concreción, como si este fuera único. La búsqueda del feedback de nuestros públicos nos permite ir modificando pautas, acciones y concretando cada uno de los mensajes que transmitimos a la sociedad.

Sin embargo, las enormes virtudes que tiene la comunicación 2.0 siguen siendo una utopía en nuestra sociedad. La clase política, en nuestros días, no mantiene esa actitud de escucha en las redes necesaria para la obtención de esa conversación, esa bidireccionalidad es inviable porque no se da el componente claro de la escucha y porque el ciudadano no se siente, de momento, implicado con lo político.

Con todo esto, las RRSS y el marketing 2.0 permite a los consultores políticos ahondar en facetas del candidato y transmitirlas a la sociedad obteniendo importantes réditos en cuanto a imagen, modificación de la percepción, mensajes,… Las redes son uno de los mejores modos de tratar de trabajar la humanización de un candidato político.

En definitiva, el marketing político 2.0 consiste en uso de las nuevas tecnologías digitales para comunicar e interactuar con nuestros públicos. La comunicación 2.0 contempla la bidireccionalidad como parte fundamental buscando el diálogo entre las partes. Mientras esa bidireccionalidad no se de, no existirá una auténtica comunicación 2.0.

 


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