Pedro Luis tiene 59 años y ha trabajado toda la
vida en una clínica privada especializada en la espalda y sus
dolencias. Empezó como médico residente hasta que llegó al
puesto de gerente que ocupa en la actualidad, un trabajo nada médico y menos
aún quirúrgico. Josefina es su mujer y a sus 58 años le han detectado una gran
hernia lumbar que le tiene postrada en cama. Pedro Luis tiene la solución ya
que conoce a los mejores profesionales de la especialidad que trabajan en su
hospital. Él es especialista en ese campo pero ya no está a la última a pesar
de que sigue leyendo, estudiando e investigando los nuevos avances médicos.
Pedro Luis quiere lo mejor para su mujer y no lo duda ni un segundo. Durante
este proceso, no le da tiempo a reconocer sus limitaciones porque ni se
plantea ser él quien opere a su mujer quien necesita un buen cirujano.
En política, de modo normal, ocurre todo lo
contrario al ejemplo anterior. El político, más si es municipal, suele pensar
que conoce todo lo que sucede (hace su propio análisis) y sabe cómo aplicar una
solución eficaz a esa situación inicial. Nos encontramos con grandes soberbios
que no saben reconocer sus errores, que viven en una jaula de oro y que están
del todo alejados de la sociedad. Hay cosas que deberían ser normales en el
funcionamiento político y que están completamente alejados de la realidad. Entre otras:
1. El político debe dejar de rodearse de palmeros
y empezar a tener gente válida alrededor que le diga la realidad de las cosas.
Hay que dejar de vivir en una burbuja.
2. Ante determinados problemas existen una serie
de soluciones que las aporta un profesional. Olvidar la intuición y dejar de
creerse el mejor en todo. Trabajar la humildad como primer paso para lograr una
cercanía con los votantes y públicos.
3. Reconocer los fallos. Es imposible que todo le
salga bien a una persona porque somos humanos. Y es propio de los humanos tener
fallos y debería ser una constante reconocerlos. Al contrario de lo que dicen
muchos, yo soy de los que piensa que la humildad para reconocer un fallo
determinado es la puerta de entrada a un incremento de humanidad, credibilidad,
prestigio,... y para nada una debilidad.
Al igual que Pedro Luis que recurre a un gran
profesional para operar a su mujer buscando lo mejor para ella, en política
ocurre exactamente lo mismo, siempre y cuando salgamos del "yoismo"
que tienen los políticos y que les convierte en un centro de todo, y por lo
tanto, en el centro del problema. Hay una ciudad en España en donde un partido
político pierde, elección tras elección, importante número de votantes. Una
ciudad donde el "yoismo" está instalado con fuerza en la figura del
portavoz municipal quien conoce todo, sabe de todo, critica todo y al
final, no consigue absolutamente nada. Reconocer, con humildad, nuestras
propias carencias nos reforzará las virtudes y fortalezas que poseemos. Al contrario
de lo que piensan estos "yoistas", no sólo no muestra debilidad sino
que refuerza la propia figura del político.
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